Seguimos con la serie de artículos que estoy dedicando a hablar sobre cómo afronto la educación de mis hijos. Recordemos que mi objetivo es hacer que sean personas adultas buenas y felices.
En el post anterior he hablado sobre cómo los estoy preparando para su vida profesional. Después de repasar algunas características del mundo que les espera, terminaba diciendo que no hay que agobiarse.
Si hacemos un planteamiento de su vida con visión a largo plazo, uno de los rasgos de comportamiento más importante que tienen que interiorizar es el de la cultura del esfuerzo. Pongo mucha más importancia en el proceso que en el resultado.
¿Por qué? Porque el resultado es la consecuencia de una acción (o de una serie de accione). Veo a padres y madres que se agobian con las notas. Y ese agobio se traslada a sus hijos. Y eso es un error.
Todos los niños están especialmente dotados para algunas actividades. Otras, en cambio, les resultan algo más complicadas. Lo ideal sería que el sistema educativo se adaptara a cada niño de acuerdo a sus características, pero eso, hoy, no es posible.
Por eso, lo importante es que comprendan bien lo que están estudiando. Algunas cosas las interiorizarán más rápidamente que otras, que les llevará algo más de tiempo. No pasa nada. Y si necesitar más tiempo significa que hay que repetir curso, se repite.
Eso sí, tienen que tener bien claro que el buen resultado va a ser la consecuencia del esfuerzo que pongan en el estudio. Y tienen que tener claro también que los atajos, aunque sean tentadores, son una mala solución. Me gusta la frase de “el trabajo duro gana al talento cuando el talento no trabaja duro”.
En mi vida he contratado y despedido a muchas personas. He visto de todo. Gente con estudios superiores brillantes y también, muy mediocres. Gente con trayectoria escolar pobre pero que trabajando eran muy competentes.
Por eso, a mis hijos solo les pido que se esfuercen. Los resultados ya llegarán. A veces están preocupados antes de algún examen o control, pero yo les tranquilizo diciéndoles que han trabajado y que les va a salir bien el examen. Funciona. Y si les sale mal alguno es porque no han trabajado lo suficiente.
Todavía no han hecho 10 años. Por eso, no les lleno con actividades extraescolares. Dos días a la semana hacen deporte. Punto. Ni inglés, ni música… No lo han pedido, y yo tampoco les he insistido. Me parece que ahora es más importante que tengan tiempo para hacer los deberes con tranquilidad, y que jueguen y se aburran un poco cada día, porque el aburrimiento bien aprovechado despierta la creatividad.
Según vayan creciendo irá subiendo la carga de trabajo y el nivel de exigencia. El objetivo (porque siempre hay que tener objetivos) es que cuando tengan 18 años hablen perfectamente español, euskera, inglés y francés.
Y durante la adolescencia iremos viendo qué es lo que les gusta, para orientarles en la etapa posterior al colegio. Y digo “orientarles”, porque la decisión sobre lo que vayan a estudiar estará en sus manos, no en las mías.
Esos estudios les van a tener que servir para que se conviertan en “micro-multinacionales”. Hay varios términos para definir a los profesionales del futuro. Hace años que se habla de los “knowmads” (nómadas del conocimiento). La realidad que se van a encontrar va a ser muy distinta de la que tuve yo cuando acabé la carrera universitaria en 1993.
La de ellos será mucho más flexible y cambiante, y como decía en el post anterior, van a tener que estar formándose de manera continua durante toda su vida. Por eso es muy importante que la base del estudio, la etapa escolar, se haga bien. Y que hagan propia la cultura del esfuerzo.
Hay otro aspecto en el que también pongo mucha importancia: el de la educación económico-financiera. Quiero que interioricen profundamente la cultura del “ahorro-inversión” frente a la del “consumo-deuda”. Que ahorren desde ya, y que aprendan las ventajas del interés compuesto. Adjudican a Albert Einstein la frase “el interés compuesto es el mejor invento de la humanidad”.
Porque enseñarles a ahorrar pequeñas cantidades de manera continua desde edades tempranas les va a permitir tener un capital “interesante” cuando estén en los cuarenta. Eso les va a dar, sobre todo, mucha independencia y libertad a la hora de tomar decisiones sobre su vida (el de las finanzas personales y familiares va a ser uno de los puntos que voy a tratar en profundidad en este blog).
En resumen, tengo que centrar mi actividad y mi dedicación en cuanto a su educación en trabajar estos tres pilares:
- orientación hacia actividades que les gusten y para la que estén especialmente dotados
- cultura del esfuerzo
- cultura del “ahorro-inversión”
Hacerlo bien, junto con la transmisión de los valores que citaba en este post, será la base que les permitirá manejarse con confianza y soltura en la edad adulta. ¡Todo un reto!
Por supuesto, no estoy en posesión de la verdad absoluta, y aunque tengo muy claro este planteamiento (y estoy convencido de ello), suelo estar atento a otras perspectivas que enriquezcan mi punto de vista. Así que, todo comentario al respecto será bienvenido.
Y para terminar este post, os dejo con este temazo de Tom Petty llamado “learning to fly”. Enjoy!!